Esta bodega Premier Cru, fundada en 1940 en el encantador pueblo de Avenay Val d'Or, abarca 5,6 hectáreas distribuidas en 32 parcelas dedicadas al cultivo de Pinot Noir y Chardonnay. Aunque ha crecido significativamente a lo largo de los años, Crucifix Père et Fils ha mantenido sus profundas raíces familiares, con Sébastien Crucifix a la cabeza de la viticultura y la gestión de la elaboración del vino.
Crucifix Père et Fils captura la verdadera esencia y autenticidad del Champagne, un vino que a menudo se asocia con el lujo, las cenas opulentas y el glamour, pero cuya alma reside en el trabajo arduo en los empinados viñedos y la fiel expresión del terruño. A diferencia de algunas casas que han perdido contacto con sus raíces, esta bodega sigue comprometida con preservar las cualidades que hacen del Champagne una joya enológica. Aquí, el estilo de la casa se inclina por un carácter fresco y mineral, donde los Champagnes destacan por su pureza y vivacidad.
El arduo trabajo en el campo se entrelaza con el saber hacer de Sebastien.
La utilización de barricas de roble francés previamente usadas, no para influir en el aroma o el sabor,sino para facilitar la microoxigenación, un proceso que realza la estructura del vino sin comprometer su frescura natural realza la elegancia de estos Champagnes. Esta técnica refleja el compromiso de Crucifix Père et Fils con la autenticidad y el respeto por la tradición, asegurando que cada botella sea una verdadera expresión del terroir.
La reputación mundial del Champagne no se forjó solo en su estatus de símbolo de lujo,sino en una historia rica, en pueblos como Avenay Val d'Or, y en las personas que,durante generaciones, han cultivado y protegido este legado. En Crucifix Père et Fils, cada botella es un tributo a esa tradición, capturando la esencia de la región y honrando a quienes han trabajado incansablemente para mantener viva la grandeza del Champagne.