En la actualidad, se habla mucho de los Vinos de Pasto, pero también existe cierta confusión en torno a ellos. Aunque provienen de parcelas y pagos en Jerez, y se elaboran con uvas Palomino, no se consideran oficialmente como Vino de Jerez o Sherry, al menos por ahora. ¿Lo serán en el futuro? Esa es la gran incógnita. Aún no está claro si crearán su propia denominación de origen o si se integrarán en la DO Jerez-Xérès-Sherry.
Lo que sí es seguro es que los Vinos de Pasto responden a una demanda creciente en el mercado: la de consumir vinos blancos de baja graduación alcohólica que preservan la esencia del territorio y la parcela de donde provienen. Es importante recordar que Jerez cuenta con la primera división de pagos y el reconocimiento de parcelas en toda España. Ya en el siglo XIX, se hablaba de diferencias de calidad entre los territorios y los vinos según los suelos y la orientación, como Macharnudo, Añina, Balbaína, Carrascal, Miraflores, Cerro Pelado, entre otros.
¿Por qué se perdió todo esto en Jerez? El éxito, la fama mundial y la especulación e industrialización que siguieron - entre otros factores, llevaron a la pérdida de prácticas vitícolas y de identidad.
Pero, ¿qué son exactamente los Vinos de Pasto? En esencia, son vinos blancos elaborados con uva Palomino Fino y bajo velo de flor, que no se fortifican como el Fino, la Manzanilla o el Amontillado, y que se crían de forma estática, sin utilizar el tradicional sistema de criaderas y soleras. El resultado son vinos blancos de baja graduación alcohólica que conservan ese carácter salino atlántico, con notas calcáreas y la esencia sureña que los distingue de los demás.
Ser de Jerez conlleva un peso histórico significativo al momento de dar forma a un proyecto y poder transmitirlo. Es un legado que abarca más de 3.000 años de viticultura, moldeado por las contribuciones de innumerables civilizaciones y generaciones de viticultores. Muchos podrían pensar que en una región con tanta historia, donde ya está todo hecho y que no queda nada por crear. Pero nada más lejos de la realidad. Todavía existen proyectos donde mentes inquietas se adaptan a la constante evolución del mundo del vino.
Es en este contexto donde Joaquín Gómez Beser, con su proyecto Meridiano Perdido, adapta su conocimiento enológico a una necesidad dinámica del mercado a través de sus Vinos de Pasto. El proyecto cuenta con 25 hectáreas en dos pagos históricos, Cerro Pelado y Añina, donde la tradición y la innovación se entrelazan para dar vida a vinos que representan la autenticidad y el compromiso con la esencia de su terruño.